El
término alude, según los especialistas, a una cualidad que nos permite
actuar o hablar con cuidado, sensatez, precaución y evita posibles
daños, males o inconvenientes. Es un brindis por la vida, el respeto y
los sentimientos ajenos.
Dicen
que los antiguos egipcios la representaban con una serpiente de tres
cabezas (león, lobo y perro); porque una persona era realmente prudente
si poseía la astucia de las serpientes, el vigor y la fuerza de los
leones, agilidad y rapidez de los lobos y la paciencia de los canes.
En
el catolicismo, es una de las cuatro virtudes cardinales que discierne
el bien del mal en cada situación, para actuar en consecuencia.
Y
a los efectos de la economía existe el “principio de prudencia”, que a
grandes rasgos, regula la forma de contabilizar los beneficios y gastos
de una empresa.
Si
desde tantas visiones, sociedades, creencias o disciplinas es
importante esta cualidad, ¿qué sucede con la prudencia que nos debe
acompañar en nuestro andar cotidiano? Esa que podría evitar discusiones
sin sentido, violencias innecesarias o pérdidas inevitables. Una
pregunta basta ¿En los últimos tiempos de cuántos accidentes
automovilísticos han sido responsables choferes o peatones imprudentes?
En
días recientes escuché de un ómnibus de Transmetro que se volcó en el
trayecto de Varadero a Cárdenas, meses antes a una camioneta de
pasajeros le sucedió algo similar con múltiples heridos. Desconozco las
causas, corresponde a las autoridades determinarlas, algunos aluden al
exceso de velocidad en días lluviosos por eso el llamado es a la cordura
y el buen juicio de quienes tienen en sus manos la vida de sus
conciudadanos.
Según
datos del portal Cubasi, solo entre enero y septiembre del pasado año
Matanzas estuvo entre las provincias que incrementaron la cifra de
contingencias, fallecimientos y heridos. Falta de control sobre los
vehículos, violación del derecho de vía, exceso de velocidad,
desperfectos técnicos, adelantamiento inadecuado y deficiencias al
ejecutar la marcha atrás. También se añaden animales sueltos, conducir
bajo los efectos del alcohol o negligencias de peatones.
Estos
no son temas triviales o fútiles, influye de manera negativa en la
esperanza de vida la población, y según la Comisión Nacional de
Seguridad Vial, la accidentalidad constituyó en el 2013 uno de los
principales motivos de muerte hasta los 49 años.
Es
ineludible el llamado a la actitud consciente de quienes transitamos
por la vía (peatones, conductores de autos, guaguas, coches, bicitaxis,
bicicletas), pues tras cada irresponsabilidad en este ámbito el saldo
solo es dolor y sufrimiento familiar, además de los daños materiales, no
arriesguemos la vida de otras personas y la propia.
Urge
prudencia, no importa el enfoque, egipcio, cristiano, económico,
psicológico o social, si apelamos al buen juicio, el aplomo, si viene
acompañado de la cordura, si de alguna manera nos muestra un camino
expedito a la sabiduría.
Imagen tomada de Internet
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