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lunes, 12 de diciembre de 2016

La humildad ¿pasó de moda?

“ El secreto de la sabiduría, del poder y del conocimiento es la humildad”. (Ernest Hemingway)

Hace un tiempo ya, durante una cobertura periodística escuché a una empleada del sector turístico, ante todo el auditorio asegurar: “Los trabajadores más sacrificados de este país son los del turismo, porque en ocasiones aún sin transporte y en condiciones difíciles, acudimos a cumplir con nuestras responsabilidades laborales”. Sus palabras retumbaron en mi mente y el martilleo fue tanto que apenas tomé notas del evento. Me cuestionaba en qué momento ella, tan convencida de sus palabras, había olvidado al de al lado, a sus vecinos, a los padres de los niños que compartían la escuela con sus hijos, a los maestros, muchos de ellos albergados, a los médicos u otras personas que laboran en instituciones o empresas con mínimas o precarias condiciones materiales. Y no es que ellos, los empleados de la industria sin humo no sean sacrificados, lo que me espantó fue la falta de humildad, ese afán de sentirse en el centro y centro del mundo, la pérdida de perspectiva.


Hace poco un estudiante expresó que nada espera aprender de sus profes, porque ya sabe lo que necesita y conozco una pionera de primaria  que presume a diario ante sus compañeritos de tener lo mejor y más caro, sus lápices, goma, tenis y hasta sus felpas la hacen sentirse superior.

La falta de humildad, lleva de la mano a la soberbia y es un mal que aparece en los hogares, en el trabajo y por supuesto en la escuela donde hay niños y niñas presumidos porque son los más aplicados y los mejores deportistas, o porque sus papás tienen tal artefacto o gran poder adquisitivo. Esa actitud  arrogante es contraria a la generosidad, la empatía y la amistad, porque impide comprender a los demás y les hace pensar que no necesitamos de ellos. También frena el desarrollo y el crecimiento personal; cuando creemos que lo sabemos y lo podemos todo, dejamos de esforzarnos para alcanzar nuevos logros.

Quienes actúan con humildad, crecen siendo un poco más sabios, quienes no ven sus propias limitaciones tropezarán una y otra vez con la misma piedra. En la vida no todo se trata de ganar o perder objetos, sino también de experimentar y aprender a ser mejores personas.

La humildad es un valor que comprende a todos aquellos hombres y mujeres dispuestos a reconocer que, aunque tienen valores que nadie puede quitarles, y tal vez cualidades propias como la belleza, la inteligencia o determinada habilidad, no se encuentran por encima de los demás, no son superiores a nadie.

Aunque la humildad no esté de moda y no encabece la lista de las virtudes más populares por estos tiempos en los que todo es petulancia y fatuidad, sí es una de las más útiles y solidarias. Pasa por la generosidad, por proponernos ser mejores, no superiores, por liberarnos del corsé del egoísmo, la arrogancia y las vanidades. Ser humildes es reconocer nuestras debilidades, no presumir de los logros, en fin, entendernos mejor a nosotros mismos y estar dispuesto a aprender de los demás.

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