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martes, 8 de octubre de 2013

Matanzas, bahía de hechizos


Siempre me gustaron las ciudades cerca del mar, y he tenido suerte: nací en Cárdenas, estudié en La Habana y trabajo en Matanzas. Los sitios con costas tienen un olor diferente, más luz, y la brisa bate acompasada al ritmo de las olas, a veces pierdes la noción del tiempo, si está en calma el mar sientes paz, pero si arremolina, aparece el enojo, la excitación y te vuelves así, un tanto marino.
Me atrae el litoral cardenense a pesar de la contaminación, sospecho que su destino será purificar el pueblo.
La costa capitalina también cautiva, no por ser un embalse seguro, la posición estratégica, o su historia, la ribera habanera seduce, porque nadie se resiste a la bienvenida del Morro, ni le da la espalda sin miramientos al malecón.
Ahora, el don de hipnotizar, de hechizar así de un golpe, ese lo reserva la bahía yumurina. Para visitantes y anfitriones resulta una bocanada de aire cuando el patrimonio de la localidad parece perdido.
Es la segunda en hondura de Cuba, de bolsa abierta con la desembocadura más amplia que su seno, como gesto de bienvenida. Posee cerca de 14 kilómetros de largo máximo y aguas profundas, el fondo es de arena y coral. En su regazo confluyen tres ríos, el Yumurí, San Juan y el Canímar.
Cuenta con instalaciones portuarias para el transporte de carga. En sus márgenes se han formado varias playas, Allende, Yugoslavia, Caridad y el Tenis, constituyen las principales atracciones de jóvenes, niños y adultos.
Matanzas se yergue a los pies de su bahía, intenta alcanzar su altura, pero es difícil. Ni siquiera su peculiar arquitectura, ni los múltiples puentes que la adornan, la ermita de Monserrate, o las cuevas de Bellamar, la opacan.
La bahía matancera duerme de día, se arropa serena a los pies de la ciudad. De noche, sacude la modorra, viste de brillo y presume altanera sus luces. Es el ciclo indetenible de un espectáculo anunciado. 

Foto: Renier Dávalos

2 comentarios:

  1. A pesar de haber nacido en un lugar sin costas, con el tiempo he aprendido a disfrutar del mar y de sus maravillas que nos atraen una y otra vez a su litoral. Esperemos que sepamos cuidar siempre de sus aguas, costas y arenas, para que siempre estén limpias y no se contaminen. Preguntemos a aquellos viajeros que pasan en tren en horas nocturnas, creo sin dudas, que describirán el espectáculo de luces que se presenta en la Bahía como majestuoso. Felicito a la autora por tan hermoso artículo.
    Daniel Jesús López Delgado

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  2. Gracias Daniel, de verdad que la bahía matancera de noche es bella.

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