
Me atrae el litoral
cardenense a pesar de la contaminación, sospecho que su destino será purificar
el pueblo.
La costa capitalina también
cautiva, no por ser un embalse seguro, la posición estratégica, o su historia,
la ribera habanera seduce, porque nadie se resiste a la bienvenida del Morro,
ni le da la espalda sin miramientos al malecón.
Ahora, el don de hipnotizar,
de hechizar así de un golpe, ese lo reserva la bahía yumurina. Para visitantes y
anfitriones resulta una bocanada de aire cuando el patrimonio de la localidad parece
perdido.
Es la segunda en hondura
de Cuba, de bolsa abierta con la desembocadura más amplia que su seno, como gesto
de bienvenida. Posee cerca de 14 kilómetros de largo máximo y aguas profundas, el
fondo es de arena y coral. En su regazo confluyen tres ríos, el Yumurí, San
Juan y el Canímar.
Cuenta con instalaciones
portuarias para el transporte de carga. En sus márgenes se han formado varias
playas, Allende, Yugoslavia, Caridad y el Tenis, constituyen las principales atracciones
de jóvenes, niños y adultos.
Matanzas se yergue a los
pies de su bahía, intenta alcanzar su altura, pero es difícil. Ni siquiera su peculiar
arquitectura, ni los múltiples puentes que la adornan, la ermita de Monserrate,
o las cuevas de Bellamar, la opacan.
La bahía matancera duerme
de día, se arropa serena a los pies de la ciudad. De noche, sacude la modorra,
viste de brillo y presume altanera sus luces. Es el ciclo indetenible de un
espectáculo anunciado.
Foto: Renier Dávalos
A pesar de haber nacido en un lugar sin costas, con el tiempo he aprendido a disfrutar del mar y de sus maravillas que nos atraen una y otra vez a su litoral. Esperemos que sepamos cuidar siempre de sus aguas, costas y arenas, para que siempre estén limpias y no se contaminen. Preguntemos a aquellos viajeros que pasan en tren en horas nocturnas, creo sin dudas, que describirán el espectáculo de luces que se presenta en la Bahía como majestuoso. Felicito a la autora por tan hermoso artículo.
ResponderBorrarDaniel Jesús López Delgado
Gracias Daniel, de verdad que la bahía matancera de noche es bella.
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