
Corrían los 90 y
la convulsa situación internacional repercutió muy duro en Cuba. Sin embargo,
lo que mi amiga todavía no comprendía era que Cuba ya penaba desde el mismísimo
triunfo revolucionario por una herida económica: el bloqueo impuesto por el
gobierno norteamericano.
La política
estadounidense hacia nuestra nación, su hostilidad, posee bases movedizas y
argumentos confusos. De tan vieja se torna agobiante, y para algunos pierde
cuerpo, forma, presencia; sin embargo a pesar de la retórica el bloqueo
económico, financiero y comercial a nuestro país no es abstracto, existe.
A un millón 157
mil 320 dólares asciende el daño económico hasta abril del 2013, según algunas
fuentes. Y eso se traduce en afectaciones al transporte, la alimentación, la
salud, educación, el turismo, la industria y
así cada una de las esferas garantes de la vitalidad de una nación.
Claro los cubanos
pronto olvidamos estas cifras estratosféricas, las vemos, por error, alejadas
del día a día, de los perjuicios, carencias y privaciones del hogar.
Mi bloqueo por
ejemplo aparece cuando el transporte es insuficiente para trasladarme de un
sitio a otro, y las colas interminables y los ómnibus en mal estado. Cuando los
alimentos disponibles son difícilmente accesibles, cuando un niño precisa un
medicamento importado del “norte” que no llegará por las regulaciones, cuando
las conexiones
a
internet son tan difíciles porque nuestro acceso es satelital.

Ese nos duele en
el bolsillo y la barriga, sin embargo el Bloqueo es mucho más. Marcas cubanas
de prestigio no pueden reclamar a las réplicas falsas, la actividad turística,
esencial en la vida del país, pierde más de un millón de dólares, porque le
prohíben al mercado norteamericano (asiduo al Caribe) viajar a Cuba. El
transporte marítimo, aeronáutico o terrestre de manos atadas para muchas
inversiones, frenos en la cooperación y el intercambio internacional de las
universidades, eventos culturales y deportivos a los que artistas y atletas no
asisten.
Cincuenta lustros
después, a pesar de los reclamos de la comunidad mundial, y tras 20 votaciones
en las Naciones Unidas a favor del proyecto cubano, el bloqueo persiste. Su
obsolescencia es evidente, pero el afán por destruir a un pueblo, (no a un
gobierno) ciega, trastorna, no tiene límites. La pregunta es…¿Cuánto habrá que
esperar?
Imagen tomada de Internet
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