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martes, 10 de diciembre de 2013

Mariela sabe de derechos


Mariela nació en una familia con desventaja social, etiqueta que conoció desde niña pero no permitió que le mutilara el futuro. Su madre murió demasiado pronto, ella y su hermana pequeña quedaron al cuidado de parientes imposibilitados de educarlos porque entre el alcohol y los disturbios, las prioridades se diluían, no alcanzaban a las menores.

La situación llegó a manos gubernamentales y ambas fueron trasladadas a la Casa de Niños sin Amparo Filial (CNSAF), conocieron otra realidad, sintieron el peso dulce de la preocupación y el abrigo en la enfermedad, oídos atentos a cada inquietud y el afecto negado tanto tiempo.
“El estado cubano garantiza la dignidad plena del hombre, el disfrute de sus derechos, el ejercicio y cumplimiento de sus deberes y desarrollo integral de la personalidad”, declara la Constitución en la Isla.
Mariela fue una buena estudiante, orgullo de los trabajadores de la CNSAF a quienes con cariño llama “Tías”. Obtuvo el Instituto Preuniversitario de Ciencias Exactas y luego la carrera de Medicina.
Encontró en esta sociedad, a pesar de su origen, la garantía de escuela, alimentación, acceso a servicios médicos; la oportunidad de trabajar y formar su propia familia.
Hoy es una médica exitosa, cumplió misión internacionalista en Honduras y conoció personas con comienzos similares al suyo, pero finales truncados: analfabetos, explotados y abusados.
Tiene su propio hijo, y cuando lo mira sabe; por su parte no le faltará el amor, y Cuba respetará su derecho a crecer, el estudio, empleo, la cultura, el deporte, la ciencia y la técnica.
Sonríe “no entienden nada quienes nos acusan, ¿qué saben ellos de Derechos Humanos?”.

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