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martes, 10 de diciembre de 2013

Volar en tierra firme


Pocas personas presumen de su concentración, destreza y serenidad. Al frente, un monitor con puntos que se acercan o alejan, arriba el televisor con el mapa de la isla y el estado meteorológico y al alcance de sus manos las fichas “el azul son los arribos, rojo las salidas y el amarillo las informaciones, este es el primero que reviso cuando llego”.

Siempre le gustaron los aviones y quiso aprender a pilotarlos pero el destino le jugó en contra y él, cambió de estrategia, y ganó autoridad “los pilotos siempre nos piden autorización para cualquier operación, despegue, altitud o aterrizaje”. 
Jorge Guevara Wallen ama las montañas rusas y tiene una profesión estresante, locuaz, no descuida su trabajo “este  Boeing 737 800 Fly Sunwing se va a tirar, viene de Montreal”, da las indicaciones en un inglés perfecto y no hay contratiempos. “Ahora los puedo atender”. Cielo y pista despejados.
 “Quería ser piloto y llegué tarde a los exámenes en el Instituto Técnico Militar, un capitán de allí me contó del controlador de vuelo. Yo ni sabía qué era, pregunté y me enrolé en el curso de tránsito aéreo en 1993. Me gradué en el 95, pasé un año de entrenamiento y comencé a trabajar aquí en la Torre de Varadero”.
En cada brigada laboran tres compañeros un supervisor, el controlador manual A y el de aproximación, como Guevara.  Entre sus múltiples funciones procura que todas las aeronaves en su área de responsabilidad aterricen, despeguen o sobrevuelen de forma ordenada, segura y expedita.
“Soy controlador de aproximación, tengo un área de 20 millas; aunque lleguen tres aeroplanos al mismo tiempo, debo separarlas por velocidades, vectores (uno a la derecha y otro a la izquierda), o cualquier otro mecanismo, para que en la pista halla solo una a la hora de aterrizar. El trabajo es estresante mucha responsabilidad en tus manos, existen días y horarios complicados con la rampa llena; cuando solucionas el conflicto de tráfico y logras que los de tierra lleguen al cielo, y viceversa te sientes reconfortado por terminar una obra bastante buena. Todo sin pensar que en ellos van muchas personas, sino te estresas más; debo verlos como puntos en el radar, puntos que nunca pueden acercarse, ni chocar”.
“Te enamoras de la profesión, a veces de vacaciones estás loco por venir. Cuando llegas al algún lugar y dices soy controlador de tránsito aéreo, la gente pregunta ¿qué cosa es eso?, le explicas y dicen ¡Oh… qué bonito, qué interesante!”.
Las anécdotas nunca faltan aunque creo que Jorge se reservó las mejores “Momentos tensos siempre existen, en una ocasión dos aeronaves se pegaron bastante, por suerte todo salió bien. Instantes de alegría, recuerdo la oportunidad de controlar cuando partió el presidente ruso, Putin, por Varadero, estaba Fidel. Ver a esas dos personalidades en rampa, a poca distancia, fue lo mejor que me sucedió en la vida, divino”.
La actividad precisa condiciones muy particulares: “Trabajamos 12 horas, no más, un turno mañana-tarde (de 8:00am a 8:00pm), con períodos de descanso, al otro día de 8:00pm a 8:00am, y descansamos 72 horas. Tenemos un transporte que nos recoge y lleva a la casa, alimentación diferenciada. Nos realizan un chequeo médico anual, entrevistas psicológicas, test psicométricos para ver cómo nos mantenemos, el examen del simulador que es bastante fuerte y la prueba de inglés trienal”.
¿Cómo evadir las preocupaciones diarias en el trabajo”
“Vivimos una época de muchos problemas y estrés, pero cuando llegas aquí y te pones esto (audífonos) te enajenas de esas contrariedades porque los pasajeros no tienen culpa. Te quitas esto, bajas la escalera, y volviste a la vida normal. No pueden influir las dificultades de la casa o el trayecto, en la parte profesional, sino será un desastre total. Uno aprende a desligarlo todo, es un entrenamiento (…) yo miro para allá me enajeno y concentro en mi trabajo”.


Jorge Guevara ha dedicado 17 años al área de servicios aeronáuticos, habla de su labor cotidiana con una simplicidad opuesta al verdadero rigor que demanda. Con él aprendí que los equipos despegan y aterrizan siempre contra el viento, que la hora en todos los aeropuertos es la misma, la del meridiano de Grenwich y que Varadero es alterno de La Habana y Miami “si ocurre algo por allá desvían las naves hacia acá”. Desconoce con cuántos capitanes de avión se ha comunicado durante su carrera, algunos lo saludan con familiaridad, pero como toda profesión enigmática, nunca llegan a verse.

“Lo que más me enamora de mi labor son los aviones, en Varadero somos privilegiados, en casi todas las partes del mundo las aproximaciones no se localizan en las Torres como aquí, donde los veo y me encantan”.
“Llegué al curso y no sabía nada, nada de aviación, era muy jovencito, yo decía vuelan porque vuelan y ya, pero aprendí mucho, este mundo atrae; sin dudas te digo, si volviera a escoger una profesión sería esta”.

Fotos Abel López Montes de Oca

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