Siempre
le gustaron los aviones y quiso aprender a pilotarlos pero el destino le jugó
en contra y él, cambió de estrategia, y ganó autoridad “los pilotos siempre nos
piden autorización para cualquier operación, despegue, altitud o aterrizaje”.
Jorge
Guevara Wallen ama las montañas rusas y tiene una profesión estresante, locuaz,
no descuida su trabajo “este Boeing 737
800 Fly Sunwing se va a tirar, viene de Montreal”, da las indicaciones en un
inglés perfecto y no hay contratiempos. “Ahora los puedo atender”. Cielo y
pista despejados.
“Quería ser piloto y llegué tarde a los
exámenes en el Instituto Técnico Militar, un capitán de allí me contó del controlador
de vuelo. Yo ni sabía qué era, pregunté y me enrolé en el curso de tránsito
aéreo en 1993. Me gradué en el 95, pasé un año de entrenamiento y comencé a
trabajar aquí en la Torre de Varadero”.
En
cada brigada laboran tres compañeros un supervisor, el controlador manual A y
el de aproximación, como Guevara. Entre
sus múltiples funciones procura que todas las aeronaves en su área de
responsabilidad aterricen, despeguen o sobrevuelen de forma ordenada, segura y
expedita.
“Soy
controlador de aproximación, tengo un área de 20 millas; aunque lleguen tres aeroplanos
al mismo tiempo, debo separarlas por velocidades, vectores (uno a la derecha y
otro a la izquierda), o cualquier otro mecanismo, para que en la pista halla
solo una a la hora de aterrizar. El trabajo es estresante mucha responsabilidad
en tus manos, existen días y horarios complicados con la rampa llena; cuando
solucionas el conflicto de tráfico y logras que los de tierra lleguen al cielo,
y viceversa te sientes reconfortado por terminar una obra bastante buena. Todo
sin pensar que en ellos van muchas personas, sino te estresas más; debo verlos
como puntos en el radar, puntos que nunca pueden acercarse, ni chocar”.
“Te enamoras
de la profesión, a veces de vacaciones estás loco por venir. Cuando llegas al
algún lugar y dices soy controlador de tránsito aéreo, la gente pregunta ¿qué
cosa es eso?, le explicas y dicen ¡Oh… qué bonito, qué interesante!”.
Las
anécdotas nunca faltan aunque creo que Jorge se reservó las mejores “Momentos
tensos siempre existen, en una ocasión dos aeronaves se pegaron bastante, por
suerte todo salió bien. Instantes de alegría, recuerdo la oportunidad de
controlar cuando partió el presidente ruso, Putin, por Varadero, estaba Fidel.
Ver a esas dos personalidades en rampa, a poca distancia, fue lo mejor que me sucedió
en la vida, divino”.
La actividad
precisa condiciones muy particulares: “Trabajamos 12 horas, no más, un turno
mañana-tarde (de 8:00am a 8:00pm), con períodos de descanso, al otro día de 8:00pm
a 8:00am, y descansamos 72 horas. Tenemos un transporte que nos recoge y lleva a
la casa, alimentación diferenciada. Nos realizan un chequeo médico anual,
entrevistas psicológicas, test psicométricos para ver cómo nos mantenemos, el
examen del simulador que es bastante fuerte y la prueba de inglés trienal”.
¿Cómo evadir las preocupaciones diarias en el
trabajo”
“Vivimos
una época de muchos problemas y estrés, pero cuando llegas aquí y te pones esto
(audífonos) te enajenas de esas contrariedades porque los pasajeros no tienen
culpa. Te quitas esto, bajas la escalera, y volviste a la vida normal. No pueden
influir las dificultades de la casa o el trayecto, en la parte profesional, sino
será un desastre total. Uno aprende a desligarlo todo, es un entrenamiento (…) yo
miro para allá me enajeno y concentro en mi trabajo”.
Jorge
Guevara ha dedicado 17 años al área de servicios aeronáuticos, habla de su
labor cotidiana con una simplicidad opuesta al verdadero rigor que demanda. Con
él aprendí que los equipos despegan y aterrizan siempre contra el viento, que la
hora en todos los aeropuertos es la misma, la del meridiano de Grenwich y que
Varadero es alterno de La Habana y Miami “si ocurre algo por allá desvían las
naves hacia acá”. Desconoce con cuántos capitanes de avión se ha comunicado
durante su carrera, algunos lo saludan con familiaridad, pero como toda
profesión enigmática, nunca llegan a verse.
“Lo
que más me enamora de mi labor son los aviones, en Varadero somos
privilegiados, en casi todas las partes del mundo las aproximaciones no se
localizan en las Torres como aquí, donde los veo y me encantan”.
“Llegué
al curso y no sabía nada, nada de aviación, era muy jovencito, yo decía vuelan
porque vuelan y ya, pero aprendí mucho, este mundo atrae; sin dudas te digo, si
volviera a escoger una profesión sería esta”.
Fotos Abel López Montes de Oca
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